martes, 30 de diciembre de 2014

Las causas de la Revolución Rusa

La Revolución rusa (1917): La gran Revolución de Rusia, fue un movimiento político, social y económico, que estallo en el año 1917, está considerado, por las trascendentales consecuencias que derivándose de ella, como uno de los más grandes acontecimientos de la Época contemporánea y, a su vez, como uno de los hechos más memorables que registra la historia de la humanidad.
Esta revolución, que estuvo dirigida, casi exclusivamente por obreros, campesinos y soldados, es decir, por el pueblo mismo, trajo como resultado el derrumbe de la dinastía de la dinastía despótica de los Zares, con Nicolás II su ultimo soberano, lo que significó la abolición del sistema absolutista hasta entonces imperante, a la vez que origino también el establecimiento de un gobierno de carácter comunista, dirigido por un grupo de bolcheviques (partidarios, en mayoría, de la doctrina de Marx, de tendencia radical), que tuvo por supremo jefe a Lenin (Vladímir Ilich Uliánov) revolucionario y enérgico político

El Estado quedo así, organizado bajo la forma de una República Socialista Federal, dirigida por comités de obreros denominados Soviets, es decir que la clase trabajadora asumía así, la dirección del gobierno de Rusia. El triunfo de la Revolución, significó, pues, la transformación de un estado feudal en una de las naciones más grandes de la Tierra.
Las causas que originaron la Revolución Rusa fueron de tres clases: políticas, sociales y económicas.
Causas políticas:
Rusia se hallaba gobernada por una monarquía absoluta y despótica, donde la voluntad del soberano (denominado Zar, es decir, gran Rey) era considerada como ley. El Zar tenía un poder ilimitado; gobernaba en forma arbitraria, es decir, sin dar cuenta de sus actos a nadie y sin respetar las libertades y derechos de sus súbditos. Indiferente a las aspiraciones de las mayorías, no demostró interés por el progreso y bienestar de su pueblo. Por otra parte, la Duma o parlamento, casi siempre se mostró dócil e incondicional al soberano.
Causas sociales:
La organización social de Rusia estaba basada en la más absoluta desigualdad. Distinguiéndose dos clases sociales bien marcadas. La nobleza, con el Zar a la cabeza, constituía junto con la aristocracia, la clase privilegiada de Rusia. Ellos dirigían el gobierno, eran los más grandes propietarios, disfrutaban de todos sus derechos y gozaban, así mismo, de toda clase de privilegios. Mostrándose ajenos e insensibles a las necesidades y sufrimientos del pueblo. La otra clase social fue el pueblo. Estaba formado por profesionales, empleados, obreros y campesinos , que clamaban porque se les reconociese sus libertades y derechos, porque desapareciese la explotación, el excesivo número de horas de trabajo y los bajos jornales; pidieron, así mismo, una mejor distribución de la tierra y el predominio de la justicia sin distinción de clases. Fueron la columna vertebral de la Revolución Rusa, pues gracias al triunfo de la Revolución, logró transformar el estado feudal en una próspera nación industrializada que le disputaría el dominio global a los EE.UU.
Causas económicas:
El sistema económico imperante, se caracterizó por el monopolio de la tierra y de las riquezas a cargo de un grupo minoritario (nobleza y aristocracia), mientras la mayoría de la población se hallaba sumida en la más completa miseria e ignorancia.

Por otra parte, tanto los campesinos como los obreros eran explotados en la forma por demás inhumana, en las haciendas y en las fábricas, al exigirles un elevado número de horas de trabajo diario (hasta 15 horas) y recibir, en cambio, reducidos salarios, con los que no podían satisfacer ni sus más apremiantes necesidades. Esta situación se agravo debido a la falta de una agricultura e industria altamente tecnificadas y modernizadas, que no suministraban una producción a tono con las necesidades del país.

sábado, 20 de diciembre de 2014

¿Plan E o Plan F(racaso)?

Casi tres de cada cuatro obras y proyectos ejecutados en el marco del primer ‘Plan E’ de Zapatero, en el año 2009, no fueron declarados “de necesidad pública” para los municipios en los que se realizaron. Así lo ha afirmado  la fiscalización llevada a cabo por el Tribunal de Cuentas del Fondo Estatal de Inversión Local (FEIL) y que concluye que el 70% de los proyectos financiados incumplió con uno de los requisitos básicos para la adjudicación de los fondos invertidos. En total, se gastaron unos 8.000 millones de euros que suponían el 0,8% del PIB de España en el año 2009.
Un estudio sobre el que se desarrolla una muestra de 1.270 proyectos llevados a cabo en 700 ayuntamientos y municipios y pone en entredicho dos de las principales bases sobre las que se articuló ese primer plan de estímulo de la economía con el que se intentó atajar los efectos del pinchazo de la burbuja inmobiliaria: el fondo no sirvió para crear empleo estable a largo plazo, ya que solo el 4% de los trabajadores contratados seguían trabajando en la empresa a finales de 2011. Tampoco desarrolló obras consideradas de necesidad básica para los municipios que, en su mayoría, aprovecharon el ‘Plan E’ para desarrollar obras ya previstas con anterioridad y no ejecutadas por falta de fondos.

Así, y según las conclusiones del Tribunal de Cuentas, solo el 26% de las entidades analizadas (179 municipios) manifestó haber establecido las necesidades públicas de la localidad como criterio para seleccionar los proyectos que se presentaron después al Ministerio de Administraciones Públicas para su aprobación. El órgano fiscalizador destaca, en este sentido, que si bien la mayoría de los corporaciones manifestó su intención de satisfacer cuestiones básicas, “solamente un número reducido utilizó el orden de prelación de las necesidades del municipio para presentar al Ministerio unos proyectos y no otros y llevó a cabo un proceso interno de selección de proyectos en base a criterios preestablecidos y la propuesta se acompañó de una justificación de la necesidad pública a satisfacer”. Es más, el 37% de las entidades consultadas no incluyeron tampoco en la propuesta del proyecto una motivación razonada que justificase la necesidad de la inversión, “lo que supone –según el Tribunal- una debilidad del proceso de selección, en tanto en cuanto, el momento en el que se propone la realización de un proyecto es el más oportuno para justificar su necesidad y la unidad proponente es quien mejor conoce las razones de la propuesta”.
El Fondo Estatal de Inversión Local (FEIL) fue creado en el marco del ‘Plan E’ para favorecer aquellas inversiones de ejecución inmediata que contribuyesen, a su vez, a dinamizar a corto plazo la actividad económica e influyeran directamente en la creación de empleo. En la solicitud de financiación, los ayuntamientos debían indicar obligatoriamente el número de personas que se preveía que serían ocupadas con dichos proyectos si bien, en la práctica, dichas comunicaciones fueron, casi en la mitad de los casos, meras estimaciones que luego se quedaron lejos de la realidad o no se cumplieron por parte de las empresas adjudicatarias.
Según las conclusiones a las que ha llegado el Tribunal de Cuentas, las empresas adjudicatarias incumplieron el compromiso de contratación de desempleados en el 11% de los contratos suscritos. Este incumplimiento afectó a 14.206 desempleados que podrían haber encontrado trabajo a raíz del ‘Plan E’. Otro 12% de los proyectos fue adjudicado a empresas que no se comprometieron a la contratación de ningún trabajador procedente del desempleo, mientras que el 8% de los contratos no incluyó siquiera la condición especial de que el nuevo personal que el contratista necesitase emplear se encontrase en situación de desempleo.
Por todo ello, el órgano concluye que los ayuntamientos no consideraron la creación de empleo como una prioridad a la hora de elegir los proyectos, lo que da más bazas todavía a la tesis de que muchos de ellos aprovecharon el canal de financiación abierto por el Gobierno para ejecutar obras ya previstas con antelación.

Así la cosas, la mayoría de los trabajadores empleados en las obras del ‘Plan E’ formaban parte de sus respectivas empresas antes de que se ejecutasen los proyectos financiados por el FEIL. Solo el 4% de los que fueron contratados específicamente para dicho plan continuaban trabajando en las empresas durante el segundo semestre de 2011.

lunes, 1 de diciembre de 2014

"Los señores de las finanzas" de Liaquat Ahamed

"Los señores de las finanzas" es un libro en forma de novela que obtuvo en 2010 el premio "Pulitzer". En esta novela se narran los hechos acaecidos antes, durante, y después del Crack del 29. Cuando hablamos del "antes", nos referimos a la I Guerra Mundial, en el que la Triple Entente (Francia, Reino Unido, Rusia) se enfrentó a la Triple Alianza (Alemania, el imperio autrohúngaro y el imperio otomano) en una guerra que, a priori, no duraría más de 6 meses y acabó durando 4 años (1914 - 1918). Esto lo trata el libro muy detalladamente ya que este lapso de tiempo no contemplado por los países tuvo como resultado una deuda de guerra que no todos los países podían pagar. Si a esto le sumamos el Tratado de Versalles, tema que está en el libro de principio a fin, veremos que es lo que le trajo la ruina a Alemania y estuvo a punto de costarle muy caro.
En el "durante" lo que trata Ahamed son las decisiones que tomaron los directores de los principales bancos centrales durante toda la crisis del 29. Estas figuras son Benjamin Strong (Reserva Federal), Montagu Norman (Banco de Inglaterra), Émile Moreau (Banque de France) y Hjalmar Schacht (Banco de Alemania).
Es en esta parte en la que ves como todos los países dependían del principal acreedor del mundo, es decir, Estados Unidos, y que éste a su vez se había inmerso en una crisis debido a la especulación en bolsa hacía que todos se temiesen lo peor.
Y ahora, por hacer un poco de "spoiler" diré que la clave para salir de la crisis fue el abandono del patrón oro, principal culpable de este desastre debido a los tipos de cambios fijos que presentaba y que hacía devaluar su moneda. Gran Bretaña lo hizo en 1931, Estados Unidos en 1933 y Francia en 1936.
Alemania hay que tratarla de una forma especial. Estaban convencidos de que su moneda debía seguir estando respaldada por el patrón oro y esto provocó una recuperación más tardía. Con la subida de Hitler al poder, Hjalmar Schacht se sitúa como ministro de economía del partido nazi, aunque no se identifica como uno de ellos. Según Schacht solo buscaba el bienestar económico alemán y según él, él era el único capaz de conseguirlo. Finalmente la economía prosperó aunque se le achacó a Schacht su forma de actuar ya que en determinadas situaciones se vieron ápices de antisemitismo.
El libro finaliza con la aparición de dos señores, John Maynard Keynes y Harry Dexter White. Estos señores fueron dos reconocidos economistas de Gran Bretaña y Estados Unidos respectivamente. Ambos creían en la fundación de una institución que sirviese como acreedora mundial, pero ambos discrepaban en las reservas que debía tener. Tras una reunión en Bretton Woods, junto a 44 países más, se procedió a la creación del Banco Mundial y del FMI (Fondo Monetario Internacional)